Cuando el Dr Simeons publicó sus descubrimientos en la revista The Lancet, en 1954, la obesidad era considerada una cuestión estética, y los tratamientos de obesidad se limitan a la simple indicación de “mantener la boca cerrada”.

Después de esta publicación, muchos médicos de todo el mundo acudieron al hospital del Dr. Simeons para obtener información sobre el tratamiento de primera mano.

Por desgracia, para algunos de ellos el mayor interés radicaba en las ganancias y cuando regresaron a sus países armaron las llamadas “Clínicas de Obesidad”, que proliferaron en todas partes. Como consecuencia del manejo inadecuado del método, diversas complicaciones fueron reportadas.

Por lo tanto, en 1974 la FDA afirmó que la hCG no era útil para el manejo de la obesidad debido a que su administración llevaba a resultados similares con respecto a la pérdida de peso en pacientes tratados y no tratados.

Y ESTAMOS DE ACUERDO.

La administración de hCG no hace que la pérdida de peso sea superior a la obtenida con cualquier otra dieta muy hipocalórica.

PERO los pacientes tratados con hCG perdieron más grasa corporal que los pacientes no tratados.